5 Haced imágenes de vuestros tumores y de vuestras ratas que
devastan el país y dad gloria al Dios de Israel. Acaso aligere su mano de
sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra.
6 ¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron
su corazón los egipcios y Faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después
que Dios los hubo maltratado?
7 Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que
estén criando y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y
haréis volver sus becerros al establo.
8 Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre la carreta. Cuanto a
los objetos de oro que le habéis ofrecido como reparación, los meteréis en
un cofre a su lado, y la dejaréis marchar.
9 Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que
nos ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos que no ha sido
su
mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha sucedido por
casualidad.»